Esto se ve y no se cree. A pesar de lo que muchos percibimos que estaba pasando en Cataluña, por ejemplo con la educación, un sector que los sucesivos gobiernos centrales han ido dejando en manos de los totalitarios nacionalistas, a pesar de eso y de muchos otros problemas que iban surgiendo y no se atajaban, ni de broma habría pensado yo hace tres o cuatro años que ahora, en septiembre de 2015, estaríamos como estamos. El miércoles, en la consulta del médico, había un televisor emitiendo el telediario de la primera cadena. Hablaban con una increíble naturalidad de una más que probable secesión, golpe de estado o como se le quiera llamar, parecía que en lugar de la tele de todos los españoles, aquello era TV3, parecía que nos estaban preparando para algo que casi se alegraban de que fuera a suceder, tales eran el tono y los mensajes. O sea que después de haber estado tanto tiempo sin hacer nada porque nada iba a pasar, les entra la vena ceniza de repente.
Alguien muy cercano a mí cree que hasta los resultados los tienen pactados, que les conviene que gane el sí pero sin que sea aplastante, para de este modo poder tener una excusa que de pie a iniciar los cambios constitucionales que desmontarán el Estado tal y como lo conocemos. Yo no voy tan lejos como para creer que se amañarán los resultados, pero sí estoy convencida de que todo esto está hablado y atado, que esto es una puesta en escena y, siendo esto así, obviamente, todos los actores siguen el mismo libreto. No sé si les saldrá bien el asunto o si se les desmadrará el público una vez se ha puesto en pie y está saltando en la platea. No sé quien dirige el coro, pero las voces van surgiendo, ya sea como solistas o en grupo, y el que no las oye será porque se ha puesto unos cascos. Reforma de la Constitución, tercera vía, reconocimiento de la singularidad, y así llevamos una buena temporada escuchando estas propuestas que, bajo el pretexto de evitar el desastre, van deslizando un día un grupo de ex ministros, otro día un partido político o una fundación y, en medio, "cohesionando el constitucionalismo", plataformas auspiciadas desde Madrid que no son lo que parecen. En fin, que me huele todo muy mal.
Es una verdadera pena. Esta semana hablé con una amiga que vive en Barcelona y me dijo que en su círculo había miedo, pero miedo de verdad. Es una persona luchadora que lleva años avisando sobre lo insensato que es no contrarrestar la perniciosa labor de los nacionalistas, que siempre están ahí utilizando hasta el último resquicio para ganar adeptos a su causa y colonizar sectores que puedan influir en el la opinión pública y en las mentes de los jóvenes, forjando pensamiento, infiltrando el lenguaje con sus nocivos mensajes. A mí, la experiencia me ha enseñado que siempre que hay un nacionalista a la vista, es aconsejable desconfiar, porque algo te quieren colar. Y cuando digo nacionalistas incluyo a los galleguistas, que nadie se despiste.
Hay una cuña publicitaria de la Xunta de Galicia con un ingrediente que me chirría cada vez que la escucho desde el inicio del verano. Todavía la emiten porque es parte de una campaña para evitar incendios forestales y por aquí aún hace calor. Hace unos días alguien se dirigió a GB con una pregunta. No era lo habitual, es decir, un problema de discriminación lingüística en la enseñanza o por parte de algún organismo público, y tampoco denunciaban un caso de adoctrinamiento, ni nos enviaban información o alguna sugerencia. Se trataba de alguien que nos preguntaba si no nos parecía extraño el anuncio de la Xunta contra los incendiarios. Ahí os lo dejo al principio de esta entrada en su versión video.
Los nacionalistas son como clones, los mismos métodos y, no olvidemos, los mismos fines. Los que nos enfrentamos a ellos los conocemos bien, por eso cuando pensamos mal, solemos acertar. Feliz semana amigos.
Podré publicar diez o doce comentarios. Un abrazo a todos.