miércoles, 4 de octubre de 2017

Al Rey, y a todos los que hacéis que este país valga la pena


Tras unas horas tan tristes, tan sobrecogedoras, con las calles de Cataluña tomadas por gente fanatizada, con Guardias Civiles y Policías acosados, insultados y vejados por una turba histérica y llena de odio, con una teniente de alcalde haciendo apología del apartheid, presumiendo de que se expulsará de los hoteles y de las tiendas a los defensores de la ley, con todo eso y con la prensa internacional intoxicada, difundiendo mentiras y bulos sobre la actuación de nuestras fuerzas del orden, algunas pèrsonas han estado a la altura; el primero el Rey, que se ha ganado nuestra admiración con un discurso impecable. 

Y Rosa Díez, que junto a María San Gil, Fernando Savater, Maite Pagaza, y Carlos Martínez Gorriarán han firmado una carta dirigida al Presidente de la Comisión Europea que os invito a leer aquí.

Ellos, y las personas que venciendo la estúpida estigmatización salen a la calle en toda España con los símbolos de su país, y los periodistas que no se venden, y los jóvenes que ayer apoyaban a la Policía ante la Jefatura Superior en Barcelona, y los que les ofrecieron sus casas, y los padres que se atreven a contar lo que les está sucediendo a ellos y a sus hijos en las escuelas, tomadas por ese cáncer que se llama nacionalismo, todos ellos, son una parte esencial del país que amo.

La mayoría de las valoraciones que se están haciendo del discurso del Rey apuntan a una inminente aplicación del artículo 155 de la Constitución Española. Tengo la impresión de que lo inminente son las destituciones y detenciones de los principales sediciosos. Veremos. Lo que sí sé es que saldremos de esta y que será para mejor.  Son las ocho y media de la mañana del miércoles 4 de octubre. Salgo de casa más esperanzada que ayer. Gracias, buena gente. 


3 comentarios:

  1. El discurso del Rey.

    Hay que reconocer que el mensaje de Felipe VI de ayer fue nítido, y por suerte al hijo de Juan Carlos, a diferencia de su padre, se le entiende todo. Por una vez, el Rey habla claro, sin hacer concesiones a la galería, sin hablar de diálogo con los que quieren acabar con España, sin usar la lengua vernácula de los golpistas y dándonos la sensación de que no todo está perdido. Aunque mientras Rajoy siga al frente del gobierno, nunca se sabe. Frente a los que se mantienen en la equidistancia, Felipe VI ha cogido el toro por los cuernos y le ha llamado al pan, pan y a Puigdemont, felón. Me he sentido henchido de fervor patriótico al escuchar al Rey hablando de “deslealtad inadmisible” y del compromiso con la “unidad y la permanencia de España”. Es decir, ha dejado muy claro que si España se rompe no seguirá como Rey. Dudo mucho que Mariano Rajoy pudiera dar un mensaje tan nítido. Uno nunca sabrá quién le escribe los discursos al Rey, pero todos tendremos que reconocer que esta vez se ha ganado el sueldo. Y si lo ha escrito el propio Felipe, ¡chapó! Y más viendo las reacciones infantiles de Pablo Iglesias y de Alberto Garzón. Si el populismo de extrema izquierda critica el discurso de ayer, es patente que lo ha hecho bien. Si a esto añadimos el variopinto recorrido realizado por la prensa internacional de nuestro país, a cuenta de la represión (?) en Cataluña, donde brilla por su ausencia una defensa férrea del gobierno a nuestras fuerzas del orden, no olvidemos que el gobierno los mandó, y actuando como Policía Judicial dieron cumplimiento a las órdenes emanadas por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, con los resultados de todos conocidos, pero no por culpa de los policías, por culpa de un gobierno temeroso, que es incapaz de atacar a la cabeza del proceso. El Rey lo ha hecho sin miramientos.
    Nada produce más vértigo que el permanente llamamiento al diálogo de los defensores del independentismo. Ayer ha quedado meridianamente claro que con los golpistas no se puede negociar. El Estado de derecho no negoció con Tejero, ergo no puede negociar con Puigdemont. No se puede premiar la rebelión con concesiones, sean de tipo económico o político a la Cataluña alzada en un proceso revolucionario con un denominador común: el odio a España.
    Cualquiera que siga en estos días las imágenes que nos suministran los medios de comunicación, algunos con evidente fruición y recreándose en imágenes falsas o lo que sería peor, manipuladas, llegará a la terrible conclusión que en Cataluña se ha instalado un terrorismo de baja intensidad, que desde el gobierno de la Generalidad se contempla con satisfacción y desde el gobierno de la nación, ni siquiera se contempla.
    La actuación de los Mozos solo puede ser calificada de insólita, más allá de repugnante. Las fuerzas del orden no se enfrentaban a pacíficos ciudadanos que pretendían votar, se enfrentaban a delincuentes. No hubo represión ni violencia policial. Simplemente dejamos tirados a las fuerzas del orden, algo inaudito en un país normal. Frente a grupos antisistema - y los Mozos han pasado a ser simples fuerzas de desorden - no hay que ser tibios a la hora de aplicar la fuerza.
    Después de dejar durante cuarenta años la educación en manos de profesores más preocupados por hacer país que por formar, asistimos a la eclosión de una sociedad enferma de narcisismo, que basa toda su prosperidad presente y futura en el desprecio a la tierra que le facilitó mano de obra y que le compra sus productos. El hecho diferencial del nacionalismo catalán quedó nítidamente expresado cuando tuvieron estómago para después del atentado en las Ramblas, aprovechar la consiguiente manifestación, con la presencia del Jefe del Estado, para hacer política secesionista.
    Uno, seguramente por deformación profesional es ateo y republicano. Después de ver el lamentable espectáculo de la Conferencia Episcopal, incapaz de poner en su sitio a parte del clero catalán, me temo que seguiré siendo ateo, pero tras el rotundo mensaje de ayer, solo puedo decir: ¡Viva el Rey!

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  2. Ahora se acuerdan en las tertulias del adoctrinamiento en los colegios. Como decimos en Galicia "tarde piaches".

    El Rey muy bien pero, pensaba uno que hoy Rajoy remataría la jugada. Nada. ¿Donde está Mariano?

    Desde Lugo

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  3. Mariano está pidiendo permiso, o recibiendo órdenes. El Rey se la ha jugado, mis respetos.
    Jaime

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